Nuestraldea

Nuestraldea

Estábamos reunidos. Era un grupo numeroso de profesores. Mas de setenta, en un curso de «perfeccionamiento». Ni recuerdo si el tema tenía que ver con lo estábamos hablando pero alguien, resignado, dijo:

-«Hay días que los chicos están tan sacados que ni bien entro en el salón me dicen a los gritos: hoy queremos hora libre».

-¿Y? preguntamos.

-«¿Y que voy a hacer?, les doy la hora libre…»

-«Que barbaridad» dice uno.

-«Yo ni loco les doy la hora libre» dice otra.

-«Así estamos» concluye otro.

En el momento me pareció una mas de las «inconsistencias» de éstos tiempos, y debo decir que no me movió a ninguna reflexión en especial. Pero el tema estaba ahí dando vueltas en mi cabeza. Horas después imaginé ese salón. Y yo estaba ahí. Veía. Oía. Y entonces escuché palabras que no fueron dichas. Pero esas palabras, nunca dichas, estaban en lo que se decía. Escuché que los alumnos a los gritos decían:

-Señor Profesor (o Profe):

Ninguna de sus ideas, si por ventura las tiene, merece ser escuchada, y menos aun debatida por nosotros; Ni siquiera queremos tomarnos el trabajo de simular que le oímos, aunque nuestras mentes están muy lejos de «su clase».

-Señor Profesor (o Profe):

Usted y nosotros no tenemos nada en común;

Usted y nosotros no tendremos nunca nada en común;

Es mas: usted y nosotros nunca seremos un nosotros;

-Y visto que en los próximos 60 minutos seremos usted por un lado y nosotros por otro;

-Y considerando que ni siquiera de fútbol queremos hablar con usted;

Entonces: Hoy queremos hora libre».

La des-igualdad es punto de partida de ésta hora libre. Pero, inexorablemente, será también su punto de llegada.

«Huérfana de referencia finales, una generación se encuentra sin poder transmitir nada y otra sin recibir nada» (Jacques Hassoun. Los Contrabandistas de la Memoria, Ediciones de La Flor Bs.As.1996)